miércoles, marzo 09, 2005

Dieb der Ewigkeit

Pálida piel descascarándose...
Cae como gota pesada que golpea mi frente
al suicidarse cuando llora el cielo.
Pocos son tus huesos,
exageradamente iluminado tu cuerpo, sin embargo,
provees rincones obscuros donde escondes sonidos nocturnos.
Figuras se mueven cuidadosamente.
giran sus desproporcionados ojos,
enfocando desesperadamente donde logran descubrir movimiento.
Rebotan contra tus paredes
ruidos de máquinas y silenciosos ruidos humanos.
Te escucho respirar con una fuerza agotada,
te quejas de mi, tratas de cegarme y zurcir mis labios.
Te cansas y vuelves a dormir.
Cubo triste, casi plomo y vacío.
Decido bostezar para romper el silencio.
Estiro pellejo y hueso para mantener despierta la materia.
Se levantó uno de ellos, tomó el objeto y volvió a sentarse.
Otro hace ruido. Se marchó.
Sonó una campana.
Ojos enormes buscaron el origen;
están enrojecidos, parecen llorar,
reflejan el rostro de una máquina de cuerpo gris.
Se retuercen los huesos negros, están ahí...
Miles de ellos frente a un cuadro.
Sin expresión.
Sin rostro.
Acumulando polvo.
Destrozándose al tiempo pasar...
Mano ensangrentada,
giras escondida detrás del cuerpo plástico...
Te burlas de mi.
Caminas aún más lento.
Te encanta torturarme...
Quisiera romper tu brazo, quebrar tus dedos,
que dejaras de existir...
Mas se arrastran risas
sobre los pisos invisibles del pesado aire
como cuerpos que caen sobre madera hueca.
Distorsionan la tranquilidad.
Te vuelvo a ver y maldigo el tiempo.
Quisiera estar en el olvido.
En alguno de aquellos cuartos donde no te olvido,
y seguiré pensando...
Tratar...
Olvidando...
Risa provoca tan gran fracaso.
Supongo ya estaré dormido,
sintiendo la humedad y el calor de la piel de aquel recuerdo,
aquella memoria, que nunca olvido.
Y seguiré buscando razones
para dejar de decorar la blanca hoja que se ha cansado de ver mi rostro.