viernes, abril 01, 2005

Soneto Trizado

Ella era la expresión más delicada
de la incomprensión; era la mirada
perdida en el abstruso laberinto
de la incertidumbre... Ella era el instinto
ciego del candor, era la belleza
que muere ante un espejo, la pureza
frágil del amor... Ella en su interior
agonizaba en un dulce dolor,
tan dulce como en el árbol la fruta,
el árbol del pecado, que han sembrado
las manos de una niña en el pasado.
Ella toma la fruta... La cicuta
de una infancia desolada la torna
en anciana... y a su espejo retorna.