lunes, marzo 28, 2005

El efímero espejismo y la pétrea mirada.

Ella de sí misma se desprende
y su mirada oscura se enciende.
Y sus labios permanecen mudos,
pero besan el cuerpo desnudo.
Sus ojos contemplan su hermosura
con ojos de anhelante locura.
Y sus manos sobre las caderas
de la otra, que no es la verdadera...
Ella de sí misma se desprende
y su mirada oscura se enciende.
Ella siente la suave tersura
de su piel... Una piel suave y de intensa blancura.
Y en su mirada resplandeciente,
brilla la otra... La que la besa pasionalmente.
Quisiera que sus labios la nombren
con su voz... Pero es tan extraño que ambas se asombren.
Y las caricias que las dos se hacen,
sonriendo ambas... Morirían si se abandonasen.
Ella siente la suave tersura
de su piel... Una piel suave y de intensa blancura.
Ella es su sombra y su resplandor,
y una niña canta en su interior.
Y sus labios abrirlos no puede,
pues la voz ante el silencio cede.
La otra la contempla con fijeza,
y ambas niñas cantan con tristeza.
Y dentro su mirada luciente,
la que no es, agoniza sonriente.
Ella es su sombra y su resplandor,
y una niña canta en su interior.
Ella muere en su propia belleza,
y es feliz... Los ojos diamantinos la embelezan.
En su extática felicidad
se refleja... Y es feliz ignorando la verdad.
Una triste niña la imagina
como no es... La sonrisa de la otra es mortecina.
Y sus labios se abren lentamente,
lentamente...Y la otra de repente...de repente
envejece... Agoniza en su belleza,
y es feliz, pues oye aquel canto que la embeleza.
Ella ante el espejo cae... Fragilmente...
Dentro de los ojos de la única estatua ausente
del antiguo jardín... Aquel canto la embeleza...
Ella muere en su propia belleza.